El
primer milagro de la vida es darnos la oportunidad de nacer. Con el paso del
tiempo, empezamos a crecer y a emprender caminos guiados por nuestros padres,
quienes nos sirven de apoyo y nos enseñan parte de las reglas que debemos
conocer para saber manejarnos en un mundo lleno de oportunidades, engaños,
peligros, amor, ilusión y encanto. Los padres incansablemente siempre nos
inyectan amor, comprensión, fortaleza y seguridad. Sus enseñanzas tienen como
fin moldearnos al estilo de vida y filosofía de nuestro entorno.
Otras reglas las aprendemos por
nuestros propios medios, tomando decisiones, teniendo experiencias,
equivocándonos y levantándonos de nuevo. De nosotros depende aprender de los
errores que cometemos, ellos son un gran maestro a la hora de mostrarnos cómo
ser mejores. La vida nos repite la experiencia, si no aprendemos la lección. Por
eso debemos tener en cuenta que detrás de toda circunstancia, hay un propósito
oculto, aunque no sepamos el porqué.
A
medida que crecemos y nos relacionamos con la naturaleza, nos damos cuenta que ella
posee un sinnúmero de cosas en común con nosotros. El sol sale desde el este
con gran luminosidad. Sigue su recorrido por el cielo hasta el oeste sin dejar
de brillar con luz propia. Así como el sol, conocemos personas que nunca dejan
de brillar y dedican parte de su vida a llevar luz a otros, muchas veces
inconscientemente.
Cuando
el sol se acuesta, le da la bienvenida a la noche. La noche siempre oscura y
llena de misterio, a pesar de sus penumbras deja ver a las estrellas, quienes
decoran mágicamente al cielo. Mientras más oscuro está el cielo, más se
visualizan estos puntos luminosos que nos deleitan con su brillo. Asimismo, el
ser humano es un ser lleno de misterios que a pesar de tener una parte oscura
oculta, nunca deja de destacarse por sus virtudes y aptitudes, lo que conforman
los puntos luminosos de su alma.
La
luna es otro ejemplo palpable. La luna es un cuerpo celeste que brilla con todo
su esplendor gracias al sol. Muchas personas en este mundo han logrado brillar
gracias a las influencias de otros seres en sus vidas. A pesar de los cráteres
que acompañan su superficie, la luna luce radiante. Así como los cráteres de la
luna, el alma del ser humano adquiere cicatrices que marcan la vida, pero
nuestro brillo no se debe cohibir.
Grecia Annabelle Vilma.
Grecia Annabelle Vilma.